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Desenfreno

  • Júlia Palacín
  • 24 jul 2016
  • 1 Min. de lectura

Siempre he tenido miedo de sobrepasar mi límite de velocidad. Por eso, me movía por la vida poco a poco, con precaución, atándome siempre el cinturón. Siempre me ha dado miedo pisar demasiado el acelerador y sentir el rugir del motor. Siempre he renunciado a vivir con el pelo desmelenado con el único fin de tenerlo todo controlado.Ya es hora de vivir la vida sin temores. Ahora sé dónde está el freno y cuál es mi camino, lo que los demás piensen importa un comino.

Empecemos esta locura

jugando a las cartas.

Yo reparto,

y tú mientras bailas.

Juguemos al guiñote

y cantemos las cuarenta a coro

Mostremos las cartas

gritando “ei, valemos oro”.

Tomemos unas copas,

de estrategia andamos bastos.

Rompamos la jerarquía,

que salten los caballos.

Juguemos a la escoba

y barramos las almas desiertas.

Borrón y cuenta nueva,

acariciemos las cartas inciertas.

Juguemos al reloj

a cualquier hora.

Quedémonos afónicos

de escuchar nuestra emisora.

Juguemos al póquer

y vivamos a full.

Construyamos escaleras,

soñando con el cielo azul.

Apostemos por la sonrisa,

arruinemos al casino.

Escapemos de lo rutinario

si ya se vuelve cansino.

Arriesguemos un poco

que el juego se para.

A diferencia del Monopoly,

la vida se acaba.

Este es mi lema, pero en la práctica sigo aferrada a mi propio freno. No obstante, he descubierto que el miedo se vence poco a poco, ganándole cada partida a las cartas.


 
 
 

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